Jabros, opiniones y demas menudencias

Se termino la etapa de experimentación y empieza la de acción. Espero sus comentarios, sus aportes y sus críticas.

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martes, septiembre 18

Serpe opo nopo serpe I

"Serpe opo nopo serpe. Epesapa espe cuespetionpo" Decía el paisano Rubén mientras miraba la noche estrellada en su rancho. Rubén era un hombre de unos cuarenta años, piel curtida por el sol, manos ajadas y mirada tosca. Era humilde y trabajador, nunca le sobro nada y hasta algunas veces paso hambre, pero sin embargo él siempre se mantuvo firme y no quiso transar; nunca acepto los incentivos de los políticos para comprar su voto, ni salio a pedir y menos a robar. "La beneficencia es para los que no pueden trabajar" decía siempre. Vivía solo en su rancho alejado con un perro raza perro, sus vacas, gallinas y chanchos. Nunca se había casado, En el pueblo se comentaba que había tenido muchas novias, pero que todas se fueron hacia mucho tiempo.
Esta noche Rubén estaba preocupado, había recibido una carta de Buenos Aires que le decía que su padre estaba muy enfermo y que fuera para allá lo antes posible. Hacía ya mas de 25 años que había huido de la casa paterna, era un pibito con casi 16 años que se había cansado del yugo familiar; desde ese día no había vuelto a ver al padre. Muchos años después, cuando ya estaba instalado es su rancho, una noche de tormenta bajo una lluvia diluviana un hombre golpeo a su puerta, era su hermano Osvaldo que lo venía buscando hace meses. Hablaron durante horas, recordando anécdotas de la niñez, cuando Rubén por ser 2 años mayor lo cuidaba en el colegio y también le hacía la vida imposible en la casa, pero siempre juntos los dos. Osvaldo en ese momento le había pedido que volviera a casa, que no tenía que estar ahí, pero él dijo determinante: "Hasta que nuestro padre este muerto no volveré a pisar esa casa". Su hermano se fue, pero le mandaba cartas con regalos. Los regalos los devolvía, pero las cartas las atesoraba en una pequeña caja de madera, único recuerdo que se había llevado de su casa, que perteneciera a su madre.
Leía la carta una y otra vez, como tratando de encontrar algo entre las palabras. Luego de meditar varias horas se decidió, volvería a Buenos Aires, pero mantendría su promesa. Aliviado por la decisión tomada, pero preocupado por lo que se vendría Rubén se acostó en su cama de paja y soñó recordando los años felices de su niñez.

Esta ha sido la primera parte de esta historia. Más adelante Uds. lectores participaran en la misma y decidiran el destino de Rubén.
Espero que les guste y los espero.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola javier, a ver cuando nos vemos

2:12 p. m.  

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